miércoles, 4 de agosto de 2010

“A tres kilómetros de la Franja de Gaza”

Por Roberto Pérez R.

Soy Martín Valdez. Hace un año opté por hacer una pausa en mis estudios de psicología e ir a Israel para vivir en un Kibutz. Cerca de 120.500 personas viven en 269 kibutz a lo largo de todo el país. Me decidí porque no había viajado nunca antes.

Cuando llegué, me enteré que iría al Kibutz “Ein-Hashlosha”, ubicado a tres kilómetros de la Franja de Gaza, el mismo en el que el martes 15 de enero de 2008 un ecuatoriano murió alcanzado por una bala de un francotirador palestino.

La idea surgió a través de un amigo, que había ido a un kibutz previamente y me sugirió que viviera esta experiencia. Me dio el contacto de Rubén Freire, un argentino que trabajaba con aerolíneas que sirvió como intermediario, me facilitó la obtención de los pasajes y la organización del viaje.

Cualquier persona entre los 18 y 35 años puede ir simplemente mandando un mail. El contacto se lo encuentra en la página de la Embajada de Israel en Quito. El nivel sociocultural no es importante, simplemente importan las ganas de ayudar. El único problema que habría es que cada uno se tiene que costear los pasajes.

Llegué el 5 de agosto del 2009. Era un día muy caluroso, esta es la época del año en que más calor hace en Israel, no había ni una nube en el cielo. Cuando llegué al Kibutz, la primera persona a la que vi fue al que sería mi jefe, le pregunté en inglés si estaba en el lugar correcto y me sorprendió que me respondiera y me invitara a seguir en un español fluido. Ingresé y vi en el centro un área comunal que constaba de comedor, biblioteca, auditorio, oficinas y escuelas para los niños. Estas son estructuras antibombas. Alrededor estaban los jardines y casas de los voluntarios con bunkers subterráneos a los costados.

El Kibutz es una estructura social a pequeña escala que se basa en un modelo socialista. Las personas trabajan en diversas actividades, ganan lo mismo y el esfuerzo físico es similar. Hay gente que trabaja con las vacas, otros en la cocina, con los niños, etc. A mí me asignaron el puesto de jardinero, los voluntarios vamos a llenar los espacios en los que necesitan trabajadores. Ellos asignan ropa para el trabajo, botas, instrumentos, entre otras. Cuando la gente tiene ropa vieja deja en la casa de los voluntarios para que la usen como ropa de trabajo.

Las jornadas de trabajo eran de domingo a jueves de 7:00 a 12:00 y de 13:00 a 16:00. El viernes trabajábamos media jornada y el sábado era nuestro día de descanso. De domingo a viernes había un almuerzo en el comedor central que iniciaba a las 12:30 y termina a las 13:00, donde todos los miembros de la comuna nos sentábamos a compartir los alimentos. Los viernes había dos comidas. El almuerzo y la cena de festejo del shabat, que era el día de descanso, donde se prendía una vela y se celebraba. El sábado, que era el día de inactividad, los cocineros también descansaban y no se almorzaba en el comedor, pero teníamos nuestra propia comida, en cada casa, que compartíamos en desayunos, cenas y almuerzos de los sábados.

Por la cercanía con Gaza, los problemas son frecuentes. La gente lanza desde la Franja misiles caseros llamados Qassam, estos son artesanales hechos de tuberías llenadas con pólvora y tornillos. La explosión no es grande, pero sí es una amenaza. Son usados como armas de miedo porque la explosión es estruendosa y produce temor.

Cuando hay riesgo de que un misil detone cerca de la comunidad, suena una alarma que es una voz de mujer que repite durante cerca de un minuto “Tseba-adom”, esta es una expresión en hebreo que en español significa “Color Rojo”.

Permanecí en el Kibutz durante nueve meses. En ese tiempo hubo ocho Tseba-adoms. El primero que experimenté fue a mediados de septiembre, un sábado en la mañana. Cerca de las 11:00 estaba descansando después de una noche de fiesta. Vestía poca ropa porque era verano. Escuché la voz de una mujer que repetía “Tseba-adom”, cuando suena esta alarma uno tiene 15 segundos para refugiarse en los bunkers, en algún lugar cercano, o por último lanzarse al piso. Lo único que hice fue reaccionar rápido y correr de mi cuarto hasta el refugio.

Afortunadamente llegué sin problemas, esta vez no pasó de un susto porque fue una falsa alarma y no existió la explosión y la amenaza pasó rápidamente. Dos o tres minutos después todos retomamos nuestras actividades.

La primera vez que escuché una explosión tras un Tseba-adom fue a finales de noviembre en horas de la tarde. Estaba con un compañero podando unos arbustos cuando sonó la alarma. Ya teníamos la experiencia de amenazas previas, nos tranquilizamos porque creíamos que no pasaría nada y decidimos seguir trabajando, y esta fue la primera vez que escuché el boom que es un sonido sumamente fuerte. Aunque ya había escuchado mayores explosiones sin que sonara la alarma.

Nunca perdí la comunicación con mi familia. En la casa teníamos un teléfono donde podíamos únicamente recibir llamadas. Mis padres me llamaban generalmente los sábados por la noche. Además teníamos una computadora por medio de la cual me comunicaba a través de mails con mis amigos y familia.

La vez que más miedo tuve fue un día muy intenso para todos. Esto pasó en marzo, un viernes, cerca de las 16:00, donde hubo un enfrentamiento entre el ejército Israelí y los terroristas palestinos en la franja.

En este combate murieron dos soldados israelíes y el ejército reaccionó inmediatamente. Comenzaron a sobrevolar la zona a muy baja altura helicópteros y jets. Lo que hacen los jets cuando van a atacar es sobrevolar muy cerca de la tierra para que el estruendo del ultrasonido reviente los vidrios en Gaza. Ese sonido es realmente fuerte, lo escuché solo una vez, pero me estremeció y es algo que no me gustaría volver a vivir porque el pánico se apoderó del Kibutz.

En ese momento estaba en la casa de una amiga, con la que corrimos y nos resguardamos en el Bunker. Esto fue tan cerca del Kibutz que pudimos ver como los helicópteros bombardeaban la franja, mucha gente se atemorizó muchísimo, porque fue algo fuera de lo normal. Los helicópteros estuvieron sobrevolando la zona por cerca de 12 horas. Lo más terrorífico es que no sabíamos lo que estaba pasando, si se había desatado una guerra, o si era un ataque aislado.

Pero aparte de las amenazas y la cercanía con una guerra que parece que no tendrá un final cercano, esta es una experiencia que me marcó por completo, me hizo madurar, aprendí a ser independiente, tener mi trabajo, administrar mi comida y ahorrar. Durante los nueve meses tuve una vida sumamente simple, que me hizo aprender a apreciar las pequeñas cosas que puedo ver y disfrutar diariamente. Ahora soy más agradecido de lo que tengo. Además conocí gente de todo el mundo, aprendí de culturas que son muy lejanas, fue una experiencia que marcó por completo mi vida.

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ISRAEL Y PALESTINA

Después de la división entre árabes y judíos. Palestina se quedó con La Franja de Gaza, que en 1948 fue ocupada militarmente por Egipto. Posteriormente tras la Guerra de los Seis Días, la Franja fue ocupada por Israel, de 1967 a 1996, cuando se firmó el Tratado de Oslo que concedía el 80% de la franja a Palestina.
A partir del 2000, el ejército Israelí ha incursionado en numerosas oportunidades en Gaza y colocaron puestos de control fronterizos que mantienen bloqueada a Gaza. Desde entonces se lanzan misiles desde la Franja a Israel, e Israel responde militarmente.

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