miércoles, 4 de agosto de 2010

"No alcanza con soñar, hay que construir"











Vendedores informales, artistas de semáforo y canilleros compartieron las calles de Quito y Guayaquil con jóvenes universitarios, miembros de la organización Un Techo Para Mi País (UTPMP).

Por Maricarmen Sevilla

Durante el año lectivo Estefanía Albornoz se levanta antes de las 07h00 para acudir a estudiar psicología en la Universidad San Francisco. Momentáneamente está de vacaciones, sin embargo, el viernes pasado, se despertó a las 06h00, pues fue un día “especial” para ella y la organización Un Techo Para Mi País (UTPMP).

A las 06h30 inició, en quito y Guayaquil, una coleta organizada por UTPMP para construir, en este año, 1000 viviendas de emergencia. La meta del “frente de jóvenes universitarios, por un país más justo”, como los llama Paula Espinosa, una voluntaria permanente, era recolectar al menos $150 000 dólares. Este año suman 2000 los jóvenes participantes o “puntitos”; en junio del año pasado, con menos de 1000 voluntarios se obtuvieron $94 000 dólares.

Con afán, por no llegar tarde a la colecta, la chica ambateña se vistió rápidamente con un jean un top turquesa y, por comodidad, zapatos converse azules. Untó bloqueador sobre su tez blanca, pues aunque hacía el cielo estaba cubierto de pocas nubes. Así salió de su casa, sin peinarse, ni desayunar, en dirección a la Av. Eloy Alfaro y Granados.

Llegó se reunió con 8 chicas más, con las que tenía que compartir la cuadra asignada. La “jefa de punto”, encargada de organizar a las otras chicas y mantener en orden su puesto era Paula Rodas, quien inmediatamente les repartió chalecos blancos con letras azules, que les identificarían. Además les dio implementos divertidos de “hora-loca” y les recordó: “siempre sonreirán y agradezcan a todos”.

Así lo hizo Estefi, sobre sus rizos castaños se amarró una banda de plumas fucsia y con una gran sonrisa en la cara iba de ventana en ventana:

-Buenos días sr. ¿Le gustaría colaborar con Un Techo Para Mi País?, decía cortésmente
-Claro. (Introduce la moneda en la alcancía azul, en forma de casa, que sostiene Estefi con la mano derecha).
-Muchísimas gracias, que pase bien. (Responde la joven y le entrega un adhesivo con el logo de la organización que dice, en mayúsculas, “yo construyo”)

Pasaron tres horas, la hora pico de la mañana estaba por acabarse y la joven siente que le está yendo bien. “Ya hasta me duele el brazo, la alcancía pesa”, comenta mientras el semáforo está en verde. La luz roja se enciende y ya no es la única en la cuadra. También Rebeca vende chifles y aguas; Clever limpia parabrisas; el “peruano”, como le llaman los demás, vende frunas, Walter ofrece bonais y así la cuadra ahora está llena de vendedores ambulantes. El peruano ya sabía que iban a estar chicos de UTPMP en la calle, lo vio en la tele, “pero si sabía que iban a ser niñas tan bonitas venía perfumado”, agregó señalando a Estefi.

A las 11h30 llegó en una camioneta Sofía Serrano, otra voluntaria, para vaciar las alcancías de todos y llevar el dinero al Produbanco en donde fue contabilizado. Entonces, ya con su casita liviana la ambateña siguió pidiendo aportes a los autos, pero cada semáforo reducían las cantidades. “Todos dicen que ya dieron”, afirmó con el seño fruncido.

De repente, de un bus turístico una señora inglesa de pelo rubio, corto, de más de 50 años, gritó “hey, hey”. Albornoz corrió a ver y recibió $5 dólares, su sonrisa era más grande que cuando empezó el día. En ese instante ella gritaba “Yei, yei, me dieron 5”. Pero más tarde se llevó una sorpresa mayor. Mientras explicaba a una señora en un carro negro, qué se iba a hacer con las donaciones, sintió que alguien tenía dificultad para introducir dinero en el cepo. Regresó a ver y “los ojos casi se me salen”, comentó luego. Era un chico alto, quizá de unos 28 años, vestido de negro, que intentaba meter $15 dólares por la ranura.

Consecuentemente, Estefi satisfecha de lo obtenido hasta el momento, decidió ir a comer. Ya tenía hambre, además estaba tentada por grandes vallas de McDonals ubicadas en la parada del bus.

Regresó a su puesto de colecta una hora después, a las 15h00. En cada luz roja apenas recogía uno o dos dólares. Entonces Rebequita, la señora de los chifles le aconsejó que se suba a los buses. “Ahí la gente es generosa”, aseguró y le indicó a Estefi que debía subirse en la gasolinera (una cuadra antes) y bajarse en el semáforo. Confiando en la experiencia de Rebeca que ya trabaja 8 años en esa cuadra, la chica se subió a 3 unidades y recibió $ 9 dólares en total.

El resto de la tarde la recaudación fue poca, pero Estefi no se desanimó. El miércoles acudió junto a otros 26 voluntarios a una reunión de capacitación en donde Sofía Serrano, además de muchos consejos, yales dijo que en la tarde van a disminuir las donaciones. Otras 9 reuniones se hicieron previamente con otros voluntarios en la calle Italia, a media cuadra de la Eloy Alfaro, donde una puerta negra da la bienvenida a las oficinas de UTPMP en Quito.

Allí 126 voluntarios trabajan constantemente cumplir con los objetivos de la fundación. Un departamento de tres cuartos pintados de blanco, adornados con fotos de las campañas y con carteles de frases inspiradoras como “No nos alcanza con levantarnos a soñar un país más justo, nos levantamos a construirlo”, es el lugar de trabajo y reunión. Ahí se han planificado todos los proyectos desde el 2008 que la organización llegó al Ecuador. Otros 15 países forman parte de UTPMP.

A las 17h30 la jornada de Estefi y de los demás culminó y todos se dirigieron al colegio Benalcazar para esperar el resultado final y festejar por la recaudación que llegó a un monto de $372 977. La próxima construcción será del 11 al 15 de agosto, en Simeatug, Bolívar. Se construirán 170 viviendas, las cuales se suman a las más de 400 construidas este año. Estefi, sumamente contenta con su trabajo y el de todo “el frente de jóvenes” espera que así como se duplico el monto de dinero, “se multipliquen las construcciones”. Por eso invitó a “que se unan a la iniciativa y se den cuenta lo necesario que es ayudar a la gente pobre”.

1 comentario:

  1. Es una hermosa crónica que refleja un arduo trabajo.
    Felicidades por el blog, ya he leído varias notas y me parece que Rubén y Gaby hicieron un gran trabajo.

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