sábado, 7 de agosto de 2010

Los católicos veneran a la virgen en el mar

Por Arianna Balastro
Desde Italia

El pasado sábado, los ciudadanos de Santa Teresa di Riva (un pueblo al sur de Italia) realizaron una procesión en homenaje a la virgen de Porto Salvo.
La Madonna (virgen) de Porto Salvo es la protectora de marineros y pescadores, es por esto que una de las procesiones en su honor se hace en el mar.
Los habitantes de Santa Teresa, un pueblo de aproximadamente 9000 personas ubicado en las costas de Sicilia, realizan esta ceremonia el último sábado de julio de cada año.
Cuando la misa terminó a las 19h00, la estatua de la virgen salió de la iglesia de Porto Salvo. Un grupo de cerca de diez hombres la cargaban. Llevaba un manto celeste, una ostentosa corona dorada y en sus brazos estaba el niño Jesús, también coronado.
La madonna bajó a la playa, acompañada de sus devotos seguidores, por la vía a Porto Salva. Unos 30 botes con remos y a motor esperaban a la virgen en el Mar Mediterráneo. Vicenzo Famulari tiene 35 años y luce un bronceado veraniego dorado.
Él es dueño de un pequeño bote que usa para asistir a la procesión todos los años. "Es una de las pocas procesiones que se hacen en el mar, hay unos cuantos pueblos más en la zona que las hacen, pero no es común", explica Vincenzo.
A las 19h00 el sol seguía brillando con fuerza. Debido a la geografía de Italia, el anochecer llega a las 21h00 durante el verano. La madonna zarpó a las 19h30 en un mar calmo y cálido.
Los botes se acercaron hasta el barrio Pozzo Lazzaro y luego al barrio Barraca.
En total recorrió una distancia de cuatro kilómetros. El barco que llevaba a la virgen estaba decorado con arreglos de rosas y en él iban funcionarios del municipio y religiosos.
También hubo muchos que siguieron a la madonna caminando por la playa, porque las barcas iban siempre muy cercanas a la orilla.
"La procesión es preciosa, pero si quieres hacerla en el mar necesitas de una barca. No todos la tenemos y por eso yo la veo desde la playa", argumenta Donatella Dragone, una abogada que acostumbra vacacionar en Santa Teresa.
Los fieles se persignaban, le mandaban besos a la madonna y rezaban. Una mujer con un micrófono circulaba en un barco de la iglesia rezando el rosario y cantando. El calor del verano subió hasta los 32 grados, el viento era inexistente y quienes remaban comenzaron a sudar.
La falta de viento dejaba un mar sin olas en el que los barcos navegaban con facilidad y la virgen se movía suavemente encima de su nave.
La banda del pueblo estaba en un barco aparte y acompañó con música festiva a la procesión.
El recorrido culminó al borde del anochecer, la madonna tenía el rostro iluminado por una lámpara y era lo único que se veía en la casi completa oscuridad.
La virgen de Porto Salvo es parte de la tradición de Santa Teresa. El padre Roberto Romeo, párroco de la comunidad y responsable de la organización del evento, dice que la leyenda empezó cuando se encontró un cuadro de la madonna en una playa de la región de Calabria.
“Después de eso, los marineros católicos pregan a la virgen para que los lleve a salvo a tierra firme", cuenta el padre Roberto. Esa noche, al finalizar el festejo, los santateresinos fueron a descansar a sus casas. Al día siguiente debían acompañar a la virgen en la procesión por tierra de cinco horas que se realiza en las calles del pueblo.

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